La ausencia de Ernesto Alonso es una pérdida que deja a los hacedores de la televisión una herencia invaluable de trabajo, esfuerzo y disciplina
Fue un hombre cautivador, de personalidad avasallante, su voz, sonaba con una sensual canción que siembra jardines en el oído. Sus ojos eran como penetrantes reflejos de un alma pura.
Su oficio, actor; su don, las telenovelas; su inicio, el teatro. Era Don Ernesto Alonso el productor, el hacedor de historias, el creador de personajes.
El Monje blanco dirigida por Julio Bracho en 1945 fue la primera y la única película en la que actuaría con María Félix, su amiga, su confidente, un encuentro más allá de grandeza, tejido en la sensibilidad de lo que él supo dar como amigo.
Ernesto Alonso fue aristócrata, indígena, mártir, víctima, victimario, apasionado, enigma, respuesta. Los caminos conducen a su mente, creadora de imágenes que modelaron al México contemporáneo.
Fue la voz de Los Olvidados, la mano criminal de 'Archibaldo de la Cruz', el rostro seductor de La casa de muñecas, el amante de La dama del velo.
Juventud eterna documentada en la pantalla de plata, convertida después en revolución que transformó ese cristal que llevó a los hogares la telenovela histórica. Ernesto Alonso fue el primer hombre en le mundo en recorrer la historia de un país, de México.
Sor Juana Inés de la Cruz, Maximiliano y Carlota, La Tormenta, Los Caudillos, La Constitución, El Carruaje, Senda prohibida, El vuelo del águila y La Antorcha encendida.
40 películas, 30 obras de teatro y más de 150 telenovelas son testigos del amor de Ernesto Alonso por el quehacer artístico. Para él nuestro respeto, cariño, y admiración. Descanse en paz.
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