lunes, 6 de agosto de 2007

REGRESO DE DEPORTISTA DIVIDE A CUBA

El regreso de los dos boxeadores que intentaron quedarse en Brasil durante los Juegos Panamericanos divide la opinión de los cubanos, mientras unos los "comprenden" otros los califican de "traidores".
"Yo no los pondría en una casa de visita, yo los recibiría con dos machetes y los mandaría a dar machete al campo y no los dejaría salir más del país", dice el militar jubilado Serafín Guilbiaux.
Sin embargo la maestra Milagros Luna afirma que los entiende, "es que ellos iban a ganar mucho mas afuera, yo no sé para qué los trajeron si no los van a dejar boxear nunca más aquí".
Detrás de estas opiniones subyace un antiguo debate que enfrenta el deporte amateur cubano con el profesionalismo del resto del mundo. Un debate que ha ocasionado no pocos dolores de cabeza al gobierno cubano.
El presidente Fidel Castro dijo en un editorial de prensa que los pugilistas Guillermo Rigondeaux y Erislandy Lara no tenían nada que temer, "a estos ciudadanos no les esperan arrestos de ningún tipo", afirmó.
El gobierno cubano los califica de desertores y acusa de traición a pesar de lo cual Castro prometió que se "les ofrecerán tareas decorosas y a favor del deporte de acuerdo con sus conocimientos y experiencia".
Queda claro, sin embargo, que ninguno de los dos volverá a subir al cuadrilátero en calidad de deportista a pesar de que Guillermo Rigondeaux estaba considerado como el mejor boxeador de su generación.
Con esta actitud el gobierno cubano parece querer enviar dos mensajes, uno asegurando a la comunidad internacional que nada le ocurrirá a los deportados y otro para que el resto de los deportistas conozca las consecuencias de un acto así.

Sin profesionales

Cuba ha insistido durante medio siglo en mantener su deporte dentro de la esfera amateur aunque en realidad se trata de personas dedicadas a su especialidad a tiempo completo.

La gran mayoría de los deportistas de alto rendimiento tienen además un nivel de vida bastante superior al del resto de la población, con buenas viviendas, premios en divisas e incluso con la asignación de automóviles.
Sin embargo, aun así ganan mucho menos que si entraran en el profesionalismo, razón por la cual han dejado el país importantes figuras del boxeo, el béisbol, vóleibol e incluso del equipo de fútbol.
En esos casos el gobierno se limita a calificarlos como desertores, se le decomisan a la familia los bienes otorgados por meritos deportivos y se les niega la entrada al país para siempre.
Por ahora nada hace prever que las autoridades cubanas vayan a cambiar esta política, el propio Fidel Castro calificó hace pocos días como deportistas mercenarios a los dos boxeadores recién deportados.

Contradicción

La contradicción que enfrenta Cuba es la de gastar enormes sumas de dinero formando deportistas que luego pueden ser captados por equipos profesionales para actuar en otros países.
De hecho en las Grandes Ligas de Estados Unidos juegan muchas de las mejores estrellas del béisbol cubano, lo mismo pasa en varios equipos italianos de vóleibol y hasta en una escuadra de esgrima europeo han habido cubanos.
La disyuntiva es compleja para quienes dirigen el deporte nacional y tarde o temprano tendrán que encontrar una fórmula que pare esta constante pérdida de talentos que aumenta cada día en número.

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